sábado, 31 de diciembre de 2011

Desde aquí no sé quién soy.
Estoy poseída.
Tras el plástico oscuro de mis lentes baratos el sol pierde su incandescente nobleza.
Veo destellos en el inmenso cielo.
Sigo sin saber quien soy, aunque sea mi puño el que escribe esto, es el brazo de un niño terrible quien carga con el peso de las palabras, las letras que junto como si tirara dados sobre la mesa.

Miento, fumo mientras escribo.
Estoy envenenada.
Un vasto paisaje envuelve mi trémula escritura.
Desde acá mismo, no soy más que el espejismo de un ser viviente; consciente a regañadientes de su estructura, odiosa y pendenciera en esta carnal cárcel.

Mi mente tampoco vuelta tan alto en este instante perdido, la imagino siendo pájaro; temeroso el vuelo y doloroso el encuentro con un edificio cualquiera.
Estoy dormida.
Recostada. Vertiginosa capa de sueños superpuestos, emociones que no se distinguen, ánimo tempestuoso acechando este atardecer de hilos agónicos.

viernes, 30 de diciembre de 2011

Esta es la parte en donde pinto las paredes con la ventrílocua inocencia que aún se escurre por mis poros.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Esto, impreciso como lo es, se llama nostalgia; porque me sale a flor de piel como un tumor a media noche. Enfermedad corrosiva que se eleva hasta salir por mis poros, sudo nostalgia..
Y ¿cómo podría ser de otra forma? Si hay tantos minutos que se me atoran en la garganta, si hay pisadas que ya di y que no me calzan, vientos que movieron mi pelo y que ahora me enfrían el alma.
Se llama nostalgia porque quiero reventarme y disgregarme, pertenecer al caos, dejar de respirar.


Por tantas razones te extraño, aunque estés a dos centímetros de mi cara.
Soy un nubarrón borrado del cielo, un castillo de arena en derrumbe. La proyección ilógica de algo determinado a morir.
No podría llamarse ni sentirse de otra forma, porque clava por dentro, puñal encendido, reflexivas y paranoicas interpretaciones.
Y me sé sola, en la bruma espesa de mi incertidumbre.
Me conozco etérea, arrepentida matutina.
Me reconozco habitante y triste, en este segundo que golpeo suave con la punta de mis dedos.


No puedo decir lo mismo de mañana, la sola idea me reconforta.
Más, la tiniebla que me tiene ciega me parece infranqueable. Francamente infranqueable.
Más, la aguja incrustada en algún sitio de mi cuerpo parece perderse con mi sangre, aunarse con mis sistemas, construir circuitos ácidos con mis líquidos vitales.


Llamo a esto nostalgia, porque no pueden evitar humedecerse mis ojos, por razones que me resultan esquivas.
Tanta emoción galopante, tanto infructuoso esquema de relajación. Y respiro, te juro que respiro cada vez que me acuerdo... Y aún así me falta el aire.
Tengo los ojos entrecerrados y la potencial amenaza de sentirme estúpida.

No comprendo nada más allá de estas manos.


Tormento. Tortura. Inconexia.
Nostalgia. Presentimiento. Miedo.
Angustia. Culpa. Confusión.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Si fuera un poco como de plumas, como de lluvia liviana; pasajera de los segundos en trance.
Fibra invisible.
Filoso el aire , en silencio perseverando. Casi maligno.
Nave ausente.
Pérdida.
Solapamiento de imágenes, vertederos imaginarios.
(Si sólo supiera de trenes)
¿Síntomas? Casi lo olvido... Sueños sobre estar sumergido en un mar rabioso y espeso, abrumador. Claustrofobia. No querer morirse...
Inverso. Tiempo. Atrás. Sinónimos de otras frecuencias; lenguaje esférico.

martes, 13 de diciembre de 2011

Cuando el mundo se vuelve obsoleto, quiero dormir días enteros.
Las cosas giran a mi alrededor, está todo inclinado unos grados a la derecha y por eso siento vértigo al caminar descalza por mi habitación.
Las pantallas, todas las pantallas están muertas y rotas, negras; y me cuesta explicar la desolación que esto me produce...

lunes, 5 de diciembre de 2011

Que Revivan A Todos Los Muertos.
Me pierdo, eterna. En el fundamento perfecto de una existencia infundamentada.
Me ahogo, asquerosa. En el reproche diario de las semanas que parecen ser una misma cosa.
Me prometo, mentirosa. En un contrato inútil que jamás puedo creer.
Me enfermo, sana. En padecimientos que me resultan esquivos.
Me arrepiento, excluida. En terrenos acuosos compulsivos.

Simple tarde, el mejor momento del día.

Las tardes huelen santas con sus cielos locos y perfectos, los matices celestes de lo alto que se incrustan y hacen cosquillas a nuestros ojos entrecerrados, escondidos tras plásticos coloreados.
Las calles de vuelven caminos barrocos o lo que quieras.
El suelo deja de tener una consistencia a tierra firme  y se transforma en nubes y mis pisadas se hunden en una dimensión donde el equilibrio es cosa de desequilibrados. Prefiero el tambalear febril de mis piernas, prefiero mirar por encima de mi hombro en dirección al cielo y verte dibujado a contraluz, tan cerca que es inevitable elevarme en un salto y clavarte un beso rosado, blando como un pastel de abuela, como una almohada en venus, como un pétalo de flor de carne.
Y las ondas de calor y viento que están en todas partes, desnudándonos los ojos y vulnerabilizándonos el tacto, tu mano roza mi mejilla.
Si por mi fuera esas tardes serían eternas y esos paseos se enredarían en calles torcidas que no hemos visto nunca, llenas de árboles y manos y cariños y tus ojos y gatos en tu pelo y gatos en las ventanas y un beso que te robo y un momento en que no pienso y un sentimiento tan enorme como el cielo lleno de colores santos y una espina tan blanda, un dolor tan deseable en esta caída libre, vértigo luminoso que nos deja ciegos y tomo tu mano para no perderme y me entrelazan tus dedos en un giro que doy en la mitad de la calle y todo es simple y perfecto y romántico y huele bien como tu cuello.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Prisma.

Sonido espacial.
Colores de flores ensangrentadas.
Tiempo escurridizo, palancas de reloj imaginario fundiendome entre la gente.
Niebla en negativo, claridad que me sumerge en infinitos pasadizos, pegajosos, recurrentes pasillos de muerte.

Pienso entre espirales y sacudidas de realidad escurriéndose en mi cama.
Me resbalo hasta que mis pies se disuelvan en el suelo.
Y mis ojos como manchas que no se despegan del techo piden la dulce visita de los tuyos.
Bosques acaramelados que esconden sustancias blandas, musicalidades nubosas...

(Musicalidades nubosas, tempestades y huracanes emotivos, perplejidades suaves, dulces augurios y terribles mantras, poesías se escriben en mi craneo, se tatuan en mis huesos...)

Letras que flotan chocan contra mis ventanas, transforman todo mi cuerpo en lienzo.
Dejo de existir entre pulsos incoherentes.
Existo en un lugar no habitable.
Inhóspito palacio de aires tóxicos que revelan mis verdaderas intenciones, pasajeras, inocuas, enfermas y crepitantes.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Me da por avanzar en los años desde aquí, desde mi cama.
Me da por volverme vieja y tolerar más el tiempo, respirar más hondo, respetar más el silencio.

Querer encerrarme a escribir tristezas, escribir dulzuras, escribir tonteras que cruzan mi frente, rayándola como un mapa, dejándola rota y reventada como un durazno que se cayó al suelo y dejó sus jugos haciendo dibujos en la tierra.

Querer inventarme de nuevo sin volver a lo que era, disfrutar de las letras como si no existieran más cosas, perderme entre lineas, leer en secreto.

Que el sol me convierta en gato de hábitos flojos, levantarme con esta mirada tibia, olvidar la tendencia suicida.
Que no exista el tiempo y me extravíe en los desalojos de mis ideas cuerdas.

Camino en círculos por las habitaciones frías de mi casa.
Miro por las ventanas y se me vienen tantas ideas tristes a la cabeza.
Decapito el ser pensante que me advierte las desgracias.
Planeo desintegrarme por un momento eterno y quedarme ahí en ese espacio infinito y cítrico, donde no soy yo y lo soy en demasía al mismo tiempo; donde sobra la explicación y sobro yo.
Me abstraigo y me borro del mundo que creé en segundo, me disuelvo en el instante donde pierdo lo absoluto y mis manos frías quedan vacías y temblorosas, ojos borrosos no miren, ojos borrosos no cuestionen, ojos borrosos huyan.

La necesaria amistad entre un asesino y mi conveniencia, sin pensar en el dilema ético/filosófico/moral/subjetivo respecto a la definición de vida y muerte.

Saludo a todos los muertos, de pálidas cabezas calvas rondando mis interiores.
Saludo a las enfermedades silenciosas que circulan plácidas, las carreteras de mis sistemas.
A diario siento la amenaza cabizbaja de una muerte prematura ... de una explosión de sangre. Y no se lo digo a nadie porque odio los hospitales emocionales y los fármacos de condescendencia administrados a diestra y siniestra por las incompetentes manos que no quiero que me toquen.
Alejen sus miserias de mi pordiosera enfermedad anti natura.
Un ente amigo quita la vida de su fuente, absorbe ansioso cualquier potencial atisbo de vida.
Vida chispa. Vida lúcida. Vida luz.
Y nos saludamos cordiales, como mafiosos cerrando un trato.
Nos damos la mano en un sueño negro, ente verdugo y yo vicaria.
Nos alejamos por un tiempo, ente adorado que no me niega la muerte.
Muerte vecina. Muerte conveniente. Muerte culposa.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Inayuno

Lisonjero el sueño de intermitentes momentos lúcidos, respuestas que caen en gotas sobre mi cabeza aplastando la almohada.
Mis ojos han de moverse rápido, entre la jungla de los temores, que por soñados que sean guardan rencores con el mundo de los despiertos.
Y quizá por eso ahora entiendo lo que antes parecía niebla, como si se tratara de soplar el vapor que escapa de mi café mañanero.
Comprendo tan bien ahora, las limitaciones de mis ganas. La pared trasparente con la que chocaría eventualmente mi cabeza de paloma; loca por sus reiterados afanes, torpe la forma impulsiva de sus ataques, mártir en tantos sentidos.
La noche y sus respuestas.
Mi ánimo y su crueldad.
Mi ánimo y su benéfica inestabilidad.
Mi puño y letra malditos, mil veces castigados, mil veces odiados por mi mirada de izquierda a derecha, que corre y los recorre, estrujándose de asco y arrebatos.
Sueño y ojos enrojecidos, odio levantarme temprano, odio la claridad de mi conflicto. Odio saberlo todo, todo todo todo todo y seguir actuando ignorante.

martes, 22 de noviembre de 2011

Reacción

Tiempo a paso acelerado, latido inaudible.
Ansias, mi vehemente locura.
Esperanzas que susurran hipótesis a mi oído.
Estallido! Inevitable...
Mi angustia, mi cansada espalda quebrada.
Oh, galope de caballo enfermo que tengo en el pecho.
Oh, astucia y verguenza, mezcladas y remezcladas en mis heridos ojos, herido ritmo vital.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Eternidad.

Ante la ausencia de absolutos.
Falta de aire cientos de veces.
Auténtico apetito de fantasía.
Contemplar malicioso de la imaginación.
Dimensiones.
Tormentas.
Un pestañear de mi ojo.
Un salto inconsciente.
Aislarse.
Reincorporación espontanea.
Brillo diferente.
Sonrisa perturbada.
Caminante entre nada.
Eterno e inconsecuente y misterioso vaivén de las entrañas.

jueves, 20 de octubre de 2011

Me siento analfabeta.

¿Qué puedo decirte? Hermano, amigo, justiciero herido.

Si son calientes tus derrotas como un hierro puesto al fuego. Como el sol golpeando la piel una tarde de verano.
Si es oscuro tu paisaje, lleno de atajos y callejones sin salida. Como un laberinto soñado por un loco sin sentido.
Si son filosas tus palabras, glaciares derribándose a fuerza de sacudidas de las mías.

¿Qué más puedo decirte? Cristalino goterón de lluvia de frutos rojos.
Salvo que puedo acariciar tu cara, con la delicadeza que necesites, con la ligereza de algo que pudo no ocurrir.
Salvo que acá está tu refugio, fortaleza inerme de nuestra amargura sonriente, pacífica esperanza, tranquilidad sin prisas...

martes, 18 de octubre de 2011

I

Estas son las invisibles huellas de mi expediente manchado.
Estos son los crímenes de transparencia cometidos por mi mano.
Lo que no se lee, por estar escrito en otras lenguas, son los testimonios en mi contra.
Y los cortes y respiraciones profundas que no se ven ni se escuchan, son oníricas venganzas de los pocos que han muerto por mi causa.

Estas son las aguadas palabras de mi retina cansada.
Estos son los augurios secretos de mis noches mentirosas.
ESTOS SON LOS DESESPERADOS GOLPES QUE DAN MIS DESESPERADOS PUÑOS EN LAS PAREDES CONCRETAS DE LA FRUSTRACIÓN DE NO PODER ALCANZARTE.

viernes, 14 de octubre de 2011

Caminar en el frío.

Un frío de ultratumba a fuera.
Viento.
Mujeres de luto.
Perros falsificados.
Niños salvajes.
Inexistencia de las culpas.
Las responsabilidades me evaden.
La noche me calma.

Enferma.

Hoy día me desperté mirando las nubes.
La claridad del día me cegaba. Me mantenía maniatada a mi cama.
Por suerte, de otro modo, estas lineas no existirían ahora.
Y sólo yo sería un cuerpo de piernas magulladas, brazos magullados; tirada en la orilla de una playa desértica.
La misma donde tomé tu mano por primera vez. La misma que vio nacer este experimento humano que hoy ve las nubes desde un colchón.

Hoy desperté con el techo blanco, más cerca de mi cabeza palpitante.
Siento un globo de agua, en un inmenso vaivén, ocupando los rincones de mi cabeza.

Estoy cansada sabes?
Cansada de que me duela la cabeza día por medio.
Cansada de que dormir no sea un descanso, si no una pesadilla.
Esto no es siempre, claro.
¿Pero no que las personas siempre fijan su atención en lo negativo de sus propias existencias erráticas?
¿Por qué habría yo de ser la excepción?

Estoy cansada de tener la salud de una anciana.
De despertar cansada, dormir con miedo si no estás cerca.
Porque tu, de alguna forma que desconozco te transformaste en el antídoto a por lo menos uno de mis pesares corporeos.

Hoy desperté de nuevo. Como ayer y como antes de ayer.
Como todos los días hasta hoy.

miércoles, 12 de octubre de 2011

CortázaR

Con un paseo por las calles de París.
Con las metáforas llenas de alámbres de sus complejos sentimientos.
Con las oscilantes variaciones de su ánimo.
A veces un mendigo en el asfalto podrido. A veces elevándose glorioso a mil pies de altura.

CortázaR siempre me recuerda que para escribir hay que estar enfermo de algo.
Hay que odiar las letras con la misma firmeza del amor que se siente por ellas.
Ambivalente en cualquier juicio.
Filoso como una púa.
Suave como la cabeza colorida de un alfiler.

Rayuela es un espejo roto que no puede evitar reflejarme y al mismo tiempo reflectarme lejos.
Huimos los dos, despavoridos. Espejo y yo. Rayuela y mis ojos. Huimos asustados de nosotros mismos.
No vaya a ser cosa que unas páginas más allá se encuentre el desenlace a nuestras vidas pasajeras.
No vaya a ser cosa, que de pronto las hojas me consuman por completo.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Caminar en una linea y preguntarle a la música cosas superficiales.

Siempre termino viendo las cosas moverse paso a paso. Acumulando en las esquinas algunas de las cosas que viví. No arrepentirme de nada por supuesto. Música puesta en las nubes que me dan sombra cuando camino. Las respuestas necesarias... Detenerme en la noche para amortiguar las ganas de mirarte cerca. Respirar aire frío entre sonrisas. Mi mano se arruga en mi bolsillo, emulando la tibieza que me falta. Pierdo el equilibrio si me transporto, a velocidad vertiginosa a tu camisa. Y si camino sola, camino contigo. (L)

lunes, 3 de octubre de 2011

Refugio en el bosque de tus ojos

Dejé de pensar en muertes dolorosas, mi ánimo dejo se correr salvaje por las calles atolondradas de cualquier parte.
Dejé de sentir, de alguna forma, la necesidad de incrustarme culpas bajo la piel, dejé de enseñar mis estigmas, dejé de armarme recorridos con gotas dolientes de sangre.
En vez de eso, sentí un remezón energético en las venas y abrí los ojos hasta desorbitarlos; todo era más brillante de lo que pensaban.
(Que no me quiten la libertad de amarte las noches que paso en vela, las veces que me lanzo con los ojos cerrados al piso)

Había olvidado como se siente el aire en el pelo, por pasar mucho tiempo bajo el agua escuchando todo en distorción, burbujeante e inconcluso. Me había perdido en la angustia de la interpretación pura y constante, delirosa.
Había atendido a las voces que están en mi cabeza, me había aislado con genuina tristeza a observar como todo se movía a mi alrededor, ruidoso y ajeno.
En vez de eso, giré contigo por el centro, sentí el impulso de saltar a tu mejilla y tatuarte mis labios pequeños.
(Que no se me atrofien las piernas, aunque estén amoratadas; que no deje de asaltarte en cualquier parte mi boca ansiosa)

Aunque a veces me ausente de mi misma y parezca volar bajo y rozar las llamas del infierno que inventé... Me rescatan tus ojos.

Dejé de sentirme evadida por el castigo que busqué.
Dejé de sentirme vagabunda y náufraga en un océano de pesadillas, de viejas conspiraciones ficticias.
En vez de eso, respiré un oleaje de aire puro, de renacimiento entre cenizas, de volar alto alto alto, donde lo brillante del sol me haga enceguecer de felicidad cosquilleante.
(Que no me quiten el inmenso éxtasis de amarte, las torturas pasajeras de mi cabeza de golondrina)

Había olvidado como se siente reír de forma espontanea, el alboroto de mis huesos y partículas desconocidas.
Había encerrado mi alma entre las mordeduras agresivas de mi propio temor, desgraciados patrones de miedo, inseguridad que me harta, me pulveriza los helados huesos.
En vez de eso sonreí al verte, sonreí llorando por la magnificencia y pureza de mis latidos. Latidos que irrumpen y resuenan en mi pecho cuando aparece en todas partes tu mirada.
(Que no cese mi respiración aun, menos ahora que te amo tanto)

Aunque a veces mis pestañas estén pesadas de llanto y mis puños arremetan contra mí... Me rescatan tus ojos.

domingo, 2 de octubre de 2011

Asesinada y aun no descubierta.

Terminé viendo rostros de todo tipo, sonrientes y aguerridos. Tan, tan satisfechos de sí mismos.
Brindaban con las copas llenas, licores blancos y dorados humedecían sus labios risueños.
Tantos, tantos rostros felices.
Yacía yo, decapitada en el entretecho, nadie me había visto aun.
Yo los miraba, con los ojos de los dedos, con los ojos de la espalda, con los ojos que no tengo.
Y los olía, olían a triunfo, a trufas, a alegría espumosa.
Todo a mi alrededor se opacaba, estaba a oscuras, con las rodillas en el pecho, apretada en un lugar pequeño y perfectamente cómodo.
Así es, mientras desbordaba la risa bajo mi cuerpo encerrado, descansaba yo apretada en un rincón. Y no se engañen, nunca me sentí mejor.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Evadir el porcentaje amenazante que vuela sobre mi cabeza

Memoria fragmentada al final del día.
Momentos tenues y sutiles (lo único que tengo)
Segundos en que mi craneo vacío dejó entrar el aire.
Sonrío con amargura, antes de que mis ojos se cierren.
Mi almohada es un charco de inconclusas expectativas rotas.
Sonrío ácida y desfigurada.
Desafío la amenaza de las posibilidades.
Me aferro enferma, a mi sonrisa de viva/muerta.

Farsa.

Coherencia para los cobardes.
Gusanos embriagados, hinchados en tierra de hojas.
Destellos, peligrosos saltos mortales.
Un puente de 3 palos que me hace llorar...
Y... me olvido, esa es la peor parte, porque también puedo olvidar.
Una uña sucia me raspa los huesos.
Solía mirarte, inválido.
Solía regalarte un último parrafo cada cierto tiempo.
Pero ya sé que este no será.
Y tu... almuérzame, aun retorciéndome de dolor.
Ten una mano sobre mi cabeza, aun desfigurada de asco, aun pérdida en la cálida atmósfera de mis locuras pusilánimes.
Ahórcame...

Traza un mapa en mi espalda dolida y en mi frente afiebrada, entierra una corona burlesca de besos longevos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Enfermedad.

Tengo la enfermedad de las arrugas en los ojos, la basura en la ropa, el viento en el pelo, encapsulado. En las noches soplo mis sábanas con ese viento tierroso que se me pega en las tardes.
Tengo la enfermedad del pecho bipolar, el que golpea en agonía y golpea en sus primeros momentos de vida. Latidos lentos de miedo, lentos de envidia, lentos en la tibieza de las horas.
Mi enfermedad se da cada cierto tiempo y pierdo la cabeza pronto.
Se me apagan los ojos aceitunados, veo sombras que quieren atacarme, escucho ruidos que me alejan de la tierra. Me elevo a mil pies de altura, pero a la fuerza, justo cuando más quiero sentir tierra firme bajo mis zapatillas de vándala.
El antídoto es tan díficil de obtener a ratos y se me acaban las palabras para pedirlo a gritos. Pero... mi enfermedad me sella los labios, me envuelve en un relomino ESTÚPIDO que nunca ha terminado para mejor.
Mi enfermedad es constante como yo misma. Constante selectiva.
Me recupero y recaigo.
Me empiezo a sentir mejor...

.

Yo nunca quise hablar tanto, hablar del todo. Hablar es un acto de sabotaje, un mar de jadeos frustrados. Un ahogo, una carencia, un témpano.
Nunca quise entender las palabras, sentirlas, redondearlas o afilarlas según mi espíritu de destrucción masiva. Entender del todo el habla, no saber que decir, no saber cuando parar.
Tragarme la lengua, sentir su masa húmeda y porosa bajar por mi garganta, forzar unas lágrimas y arcadas. Terminar extenuada.
Hablar, hablar, hablar, hablar, hablar.
Ha-blar.
Nunca quise hablar, quisiera ser despellejada por animales salvajes y que entre tierra a mis heridas abiertas, infectarme y llenarme de moscas. Perder el habla. Si, perder el habla.
Bajas edificaciones.
Altas pulsaciones FALSAS.
Antiguos caminos, recorridos varias veces. (En nuestras memorias nunca antes vistos)
El piso, los cristales, los colores, el brillo del sol.
El camino no existe...

Cielo al descubierto, propenso y peligroso. Despejado para el avistamiento agil. (Faltaban los bosques que esclarecieran la tarde)
Sin sentido unos minutos, recuerdos idiotizados los otros.

[ Recuerdos, el fragmento errante de mi pasado barrido. Sin polvo, sin imperfecciones, sin lágrimas... Humanizado... Racionalizado... No lo estropees... Voces de antes, timbres fuertes, gritos arrogantes... Recuerdos reescritos, para salvaguardar nuestra nostalgia incompleta. ¿Sabes lo que pasó? Que tu existencia y la mia no tenían camino común. Fue un desvío de mi parte, un error que no lamentas de la tuya... ]

Lamento esta tarde y la celebro del mismo modo. Por el sabor artificial que me causa en recuerdos y las ansias del presente, que saben a frutos rojos, que no me dejan entrar del todo, que me tienen en vela y profundamente dormida que me... que me...

Bajas edificaciones que dejan al sonido pasar desnudo, desértico y puro. PERO seco y agrietado.
Nuevamente lo definió la naturaleza, somos... no, fuimos. Fuimos a costa de los deslices de tus menoscabados y heridos recuerdos.

domingo, 25 de septiembre de 2011

R es por Romance y Romance es por la usanza de Roma.

A la usanza de Roma, arderían los pilares nunca sólidos de mis torturas diarias.
No encuentro ningún lago en la aridez de mis recovecos; tantas veces recorridos, tantas veces defraudados.
Mil veces defraudada, de mí misma principalmente, de tantos matices, de tanta farsa... irracional farsa.
Pérdida de tiempo, me pierdo entre segundos.

Ocaso diario, colado en mi craneo vacío. Haciendo insoportable eco de los malestares.
¿Abandono?

No. Idiota, profundamente desesperada.

Negligente.

Me di vuelta los ojos y a donde mire veo oscuridad, pero no la noble falta de luz de aquellos que fuimos, taciturnos caminantes de esas noches que no acaban.
Veo oscuridad por negligencia, por va´cíos que nunca tuvieron un toque de elegancia moderna.
Oscuridad que no se relaciona con los dilemas de la no existencia, si no más bien con la presencia de aquellos defectos que me alejan a kilómetros de la humanidad y la facilidad de sus roces.
Veo aspereza bruta. Pájaros que no alcanzaron a nacer.
Aspereza de un invierno largo pero lleno de sol.
Estación que no avanza.
Estado que no es estado si no constancia.
Cuerpo que no es cuerpo, si no charco.
Ojos que no son ojos si no verdugos.

Sin Título.

Suicidio de día.
Contemplación de las últimas olas.
Vuelo hacia la muerte.
Anuncio de desdicha, de infelicidad.
Cambia de vida, quítatela.

domingo, 18 de septiembre de 2011

SabaDomingos

Unas cuantas veces hemos despertado así.
Mi cerebro repite tus expresiones como diapositivas que no están dispuestas a parar, si cierro los ojos puedo verte, infinitamente adornado por la flojera del día.
Unas cuantas veces he despertado así, a tu lado.
Mis dedos se saben de memoria los caminos secretos de tu espalda y si me reto a mi misma a un juego y decido dejar de moverme y de respirar; sigo sintiendo el ritmo de tus latidos. Las paredes y el suelo vibran y se tambalean como si estuviéramos suspendidos en un puente.
Unas cuantas veces has despertado así. Tan cerca mio.
Y los colores saturados de todo cuanto te rodea desaparecen al abrirse tus ojos.
Hasta el sol se opaca y las horas corren raudas, ante el frenético despertar de nuestras conciencias.
Estamos inmersos en profunda telepatía.
Sentimos juntos una lluvia tibia bajar por nuestras espaldas.
Miramos pasar el tiempo desde una madriguera escondida, descanso en tu pecho y tomas mi mano, despertamos así unas cuantas veces, las necesarias para sentir que no quisiera despertar de otra forma.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Guido.

Extrañaré, lo tengo claro. Mi personalidad bucólica no me dejará otra opción.
La nostalgia me asaltará al doblar una esquina; así como ahora, que cuando cruzo la calle un soplido del pasado me hace cerrar los ojos y apretar las manos.
Me angustiaré y no tengo nada que hacer al respecto, son cosas que sucederán de todas formas, yo sólo espero y vivo.
Respiro hoy y extrañaré este aire después.
Es lo humano, es la fibra de vida que se cuela en mi ojo.
Lloraré irremediablemente porque lágrimas siempre me han sobrado.
Reiré irremediablemente, los músculos de mi cara se tensan en sonrisas hoy, ¿por qué no habrían de hacerlo después?
Y bueno, nada de cierto tiene el futuro y por eso no le temo tanto, básicamente ni siquiera creo en el.
(no creo en el futuro, no creo en el dinero, no creo que mis suspiros por ti se apaguen)
Vivo aquí y allá en tus besos.
Ya no sé donde estuve, ya no me importa donde descansé antes mis angustias ventisqueras.
Carezco de talento para decirte todo esto con otras palabras.
Búscate otro genio que se parezca más a Guido, oh Guido que lo destruiste todo. (Y aun así renaciste de esa miseria tuya, que en un par de minutos me robé y la hice tan mía)

martes, 13 de septiembre de 2011

Sueño psicótico

Atravesando las dimensiones conocidas, llegué a mi futuro estridente.
Supe de mil cosas que antes no hubiera podido siquiera imaginar.
Recordé este día en particular.
Abrí mis ojos y aun en el techo se proyectaba un mar de arena que bajaba hasta yacer en mis pies helados.
Disfruté nerviosa de la falta de certeza de nuestras miradas extraviadas en la locura en que nos sumergimos cuando las cosas no tienen absoluto sentido y están sucediendo ahí mismo.
Nuestras risas se confunden con el sonido de la arena arrastrándose, elevándose y estrellándose sobre más arena. No tiene sentido alguno y por eso nos hizo felices.

lunes, 12 de septiembre de 2011

La tarde gris que se manchó de brillo

Cosas de aquí y ahora me saben a sueños.
Quisiera recordarlo cuando se tiñe de azul mi sangre.
Padezco miserias que están tan atraídas a mi carne que son evidentes.
Los soles de días como hoy entibian las bajas temperaturas de mi fiebre inversa.
Quisiera recordarlo luego, cuando las campanas de la iglesia de abajo anuncian mi descenso enmohecido a los abismos de los que me compongo.
Permanecer en el limbo de terciopelo y espinas, la suavidad quemante de la conformidad de los días, el suave perfume que perfora los pulmones. El dolor casi sagrado de sentir por otro, lo que no se siente por sí mismo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Abandonando

Cuando en mis años jóvenes fui lo más parecido a una turista pero sin serlo, paseaban mis zapatillas por las rocas de la costa olvidada, callejones impuros cerca del muelle pesquero.

Me detuve ante algo que llamó mi atención, en una muralla vieja… un letrero de luces de neón, colores vívidos que no había visto antes. ¡No podía ser real!

Estaba en trance y de momento a otro el letrero ya no estaba, me sentí Harry Haller en el norte de Chile; ciudadana abstraída en la cúpula ploma, cuidad gris y también animal que rasca sus uñas en la arena