jueves, 20 de octubre de 2011

Me siento analfabeta.

¿Qué puedo decirte? Hermano, amigo, justiciero herido.

Si son calientes tus derrotas como un hierro puesto al fuego. Como el sol golpeando la piel una tarde de verano.
Si es oscuro tu paisaje, lleno de atajos y callejones sin salida. Como un laberinto soñado por un loco sin sentido.
Si son filosas tus palabras, glaciares derribándose a fuerza de sacudidas de las mías.

¿Qué más puedo decirte? Cristalino goterón de lluvia de frutos rojos.
Salvo que puedo acariciar tu cara, con la delicadeza que necesites, con la ligereza de algo que pudo no ocurrir.
Salvo que acá está tu refugio, fortaleza inerme de nuestra amargura sonriente, pacífica esperanza, tranquilidad sin prisas...

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