lunes, 26 de septiembre de 2011

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Yo nunca quise hablar tanto, hablar del todo. Hablar es un acto de sabotaje, un mar de jadeos frustrados. Un ahogo, una carencia, un témpano.
Nunca quise entender las palabras, sentirlas, redondearlas o afilarlas según mi espíritu de destrucción masiva. Entender del todo el habla, no saber que decir, no saber cuando parar.
Tragarme la lengua, sentir su masa húmeda y porosa bajar por mi garganta, forzar unas lágrimas y arcadas. Terminar extenuada.
Hablar, hablar, hablar, hablar, hablar.
Ha-blar.
Nunca quise hablar, quisiera ser despellejada por animales salvajes y que entre tierra a mis heridas abiertas, infectarme y llenarme de moscas. Perder el habla. Si, perder el habla.

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