miércoles, 23 de noviembre de 2011

Inayuno

Lisonjero el sueño de intermitentes momentos lúcidos, respuestas que caen en gotas sobre mi cabeza aplastando la almohada.
Mis ojos han de moverse rápido, entre la jungla de los temores, que por soñados que sean guardan rencores con el mundo de los despiertos.
Y quizá por eso ahora entiendo lo que antes parecía niebla, como si se tratara de soplar el vapor que escapa de mi café mañanero.
Comprendo tan bien ahora, las limitaciones de mis ganas. La pared trasparente con la que chocaría eventualmente mi cabeza de paloma; loca por sus reiterados afanes, torpe la forma impulsiva de sus ataques, mártir en tantos sentidos.
La noche y sus respuestas.
Mi ánimo y su crueldad.
Mi ánimo y su benéfica inestabilidad.
Mi puño y letra malditos, mil veces castigados, mil veces odiados por mi mirada de izquierda a derecha, que corre y los recorre, estrujándose de asco y arrebatos.
Sueño y ojos enrojecidos, odio levantarme temprano, odio la claridad de mi conflicto. Odio saberlo todo, todo todo todo todo y seguir actuando ignorante.

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