domingo, 19 de febrero de 2012

Viviré de la opulencia del arte roto, del descaro triste que tiene lo que se esconde en los callejones.
Viviré de lo desconocido. Lo que vive queriendo estar muerto, deforme en esencia, quebrado en lo íntimo.
Viviré de lo desolado y desértico, del pan diario del hambriento, del hastío, de la gloria y la sonrisa, de lo impreso en mis líquidos ectoplasmáticos y linfáticos, místicos y groseros en su propia naturaleza deshuesada.

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