jueves, 23 de febrero de 2012


Una bolsa de te.
Dolor de cabeza terrible.
Resaca.
Las obsesiones diarias.
Una linea que pretende ser mejor que otra.
Una imagen cansada, cálida como tarde de verano.
Pensamientos tan rápidos como un respiro de mis pulmones plomos.
Atraviesa mi cerebro como una flecha, una leve idea superior. Ésta desaparece, tenue residuo diurno. 
Desentierro mis pies del suelo, con la pala imaginaria de la ficción que vivo.
Y despierto, amargada por el peso en mis sienes. Despierto agitada y amnésica, con el sol atravesándome los párpados.
Y descubro, con la facilidad que me agrada ignorar, la repetición de las palabras en mis embustes. El trágico final escondido tras el fino cristal de lo ignorado, todo es tan fácil, tan condenadamente fácil.

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