sábado, 26 de noviembre de 2011

Me da por avanzar en los años desde aquí, desde mi cama.
Me da por volverme vieja y tolerar más el tiempo, respirar más hondo, respetar más el silencio.

Querer encerrarme a escribir tristezas, escribir dulzuras, escribir tonteras que cruzan mi frente, rayándola como un mapa, dejándola rota y reventada como un durazno que se cayó al suelo y dejó sus jugos haciendo dibujos en la tierra.

Querer inventarme de nuevo sin volver a lo que era, disfrutar de las letras como si no existieran más cosas, perderme entre lineas, leer en secreto.

Que el sol me convierta en gato de hábitos flojos, levantarme con esta mirada tibia, olvidar la tendencia suicida.
Que no exista el tiempo y me extravíe en los desalojos de mis ideas cuerdas.

Camino en círculos por las habitaciones frías de mi casa.
Miro por las ventanas y se me vienen tantas ideas tristes a la cabeza.
Decapito el ser pensante que me advierte las desgracias.
Planeo desintegrarme por un momento eterno y quedarme ahí en ese espacio infinito y cítrico, donde no soy yo y lo soy en demasía al mismo tiempo; donde sobra la explicación y sobro yo.
Me abstraigo y me borro del mundo que creé en segundo, me disuelvo en el instante donde pierdo lo absoluto y mis manos frías quedan vacías y temblorosas, ojos borrosos no miren, ojos borrosos no cuestionen, ojos borrosos huyan.

La necesaria amistad entre un asesino y mi conveniencia, sin pensar en el dilema ético/filosófico/moral/subjetivo respecto a la definición de vida y muerte.

Saludo a todos los muertos, de pálidas cabezas calvas rondando mis interiores.
Saludo a las enfermedades silenciosas que circulan plácidas, las carreteras de mis sistemas.
A diario siento la amenaza cabizbaja de una muerte prematura ... de una explosión de sangre. Y no se lo digo a nadie porque odio los hospitales emocionales y los fármacos de condescendencia administrados a diestra y siniestra por las incompetentes manos que no quiero que me toquen.
Alejen sus miserias de mi pordiosera enfermedad anti natura.
Un ente amigo quita la vida de su fuente, absorbe ansioso cualquier potencial atisbo de vida.
Vida chispa. Vida lúcida. Vida luz.
Y nos saludamos cordiales, como mafiosos cerrando un trato.
Nos damos la mano en un sueño negro, ente verdugo y yo vicaria.
Nos alejamos por un tiempo, ente adorado que no me niega la muerte.
Muerte vecina. Muerte conveniente. Muerte culposa.


miércoles, 23 de noviembre de 2011

Inayuno

Lisonjero el sueño de intermitentes momentos lúcidos, respuestas que caen en gotas sobre mi cabeza aplastando la almohada.
Mis ojos han de moverse rápido, entre la jungla de los temores, que por soñados que sean guardan rencores con el mundo de los despiertos.
Y quizá por eso ahora entiendo lo que antes parecía niebla, como si se tratara de soplar el vapor que escapa de mi café mañanero.
Comprendo tan bien ahora, las limitaciones de mis ganas. La pared trasparente con la que chocaría eventualmente mi cabeza de paloma; loca por sus reiterados afanes, torpe la forma impulsiva de sus ataques, mártir en tantos sentidos.
La noche y sus respuestas.
Mi ánimo y su crueldad.
Mi ánimo y su benéfica inestabilidad.
Mi puño y letra malditos, mil veces castigados, mil veces odiados por mi mirada de izquierda a derecha, que corre y los recorre, estrujándose de asco y arrebatos.
Sueño y ojos enrojecidos, odio levantarme temprano, odio la claridad de mi conflicto. Odio saberlo todo, todo todo todo todo y seguir actuando ignorante.

martes, 22 de noviembre de 2011

Reacción

Tiempo a paso acelerado, latido inaudible.
Ansias, mi vehemente locura.
Esperanzas que susurran hipótesis a mi oído.
Estallido! Inevitable...
Mi angustia, mi cansada espalda quebrada.
Oh, galope de caballo enfermo que tengo en el pecho.
Oh, astucia y verguenza, mezcladas y remezcladas en mis heridos ojos, herido ritmo vital.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Eternidad.

Ante la ausencia de absolutos.
Falta de aire cientos de veces.
Auténtico apetito de fantasía.
Contemplar malicioso de la imaginación.
Dimensiones.
Tormentas.
Un pestañear de mi ojo.
Un salto inconsciente.
Aislarse.
Reincorporación espontanea.
Brillo diferente.
Sonrisa perturbada.
Caminante entre nada.
Eterno e inconsecuente y misterioso vaivén de las entrañas.