viernes, 27 de abril de 2012

Una niña desesperada, pobre niña enamorada, de los atardeceres fríos y la urgencia de sus besos.
Niña contenta, niña de hojalata, con los brazos pesados de tanto no sé que.
Me gusta cuando las cosas mejoran y ganan los abrazos, en desmedro de los reojos.
Me gusta tu risa perturbada haciendo eco en todas partes, ¿la escuchas? ¿te contagia como a mi?
La noche llegó tan rápido, mis párpados caen cadenciosos, las pestañas me pesan kilos.
Pensé estar en un sueño, me gustó.
Casi me desmayo, de esa felicidad familiar de no poner atención a nada y flotar en el tiempo y en el espacio, tan ficticios, tan adornados de buenas intenciones, me sentí tibia.
Me gusta el frío, cuando puedo abrigarme a tu lado.
Ergo, odio el frío de tus pupilas cuando se alejan y me castigan y me clavan esas miradas cargadas de plomo, de balas que sacuden mis escuálida defensa...
Por eso todo es mejor cuando se suavizan las aristas astilladas de nuestras espadas que no quieren luchas, por eso es todo tan suave y limpio cuando se reencuentran nuestras almas que no se veían hace tiempo y giro, estoy girando trastornada a tu alrededor que todo innunda y me siento feliz, como me siento sólo contigo, feliz y perdida en tus ojos forestales, ya te dije toooodo esto antes, no es así?

miércoles, 4 de abril de 2012